viernes, 30 de enero de 2009


Bueno esta será,como mucho,la primera y ´nica entrada del blog que voy a poner...
Y como buen aficionado al cine que soy voy a hablar de la última película que he visto de los hermanos Coen,''Quemar después de leer''.

A esta altura de las circunstancias, me atrevo a decir algo que, seguramente, generará ciertas puteadas hacia mi persona, pero bueno, qué le hace una mancha más al tigre: para mí, los hermanos Coen han sido un poco sobrevalorados. Me cuesta decirlo, porque algunas de sus películas están entre mis favoritas (Miller's Crossing, Barton Fink, The Big Lebowski). Pero, si uno analiza toda su filmografía, se encontrará con una cantidad importante de títulos mediocres o meramente pasables. A saber: The Hudsucker Proxy, O brother where art thou? (Ok, no era mala, pero tampoco fue gran cosa), Intolerable cruelty, The ladykillers y ahora ésta, Burn after reading. Y eso es algo que no puede admitírsele a dos genios de la cinematografía. Y ni quiero entrar en la polémica sobre No country for old men, film laureado mundialmente al cual yo no le encontré la brillantez que tantos le han señalado (pero cuyo reconocimiento casi unánime me hace ubicarlo en un nivel superior).
Burn after reading se presenta como una oscura comedia, aunque las risas sean escasas (lo cual no es inherentemente malo, aunque en este caso sí). Osbourne Cox (John Malkovich) es un agente de la CIA, de temperamento iracundo, que luego de ser pasado a retiro decide escribir sus memorias. Por esas cosas del destino, el CD que contiene sus escritos termina en manos de dos ineptos empleados de un gimnasio (Brad Pitt y Frances McDormand), quienes deciden chantajear a Cox. Mientras, la esposa de Cox (Tilda Swinton) planea divorciarse de él, al tiempo que mantiene un romance con un inestable agente del Tesoro (George Clooney). Todos estos personajes y líneas narrativas, obviamente, se irán cruzando de distintas maneras.
La peli, como dije, se supone que es una comedia (negra), aunque poco de lo ocurrido genere mucha gracia. El problema principal es que todos sus personajes son despreciables, ya sea por su ineptitud, por su egoísmo o por su avaricia. Pero no hay ni uno de ellos con el que podamos sentir simpatía o empatía. Y los responsables principales de que esto sea así son los Coen, quienes mantienen una lejanía permanente con sus criaturas. Como si los mirasen desde arriba. De hecho, hay un par agentes de la CIA (interpretados por J.K. Simmons y David Rasche) que actúan como una especie de coro griego, analizando y juzgando desde la distancia las idas y vueltas de todos los personajes. Incluso nos enteramos de parte de lo sucedido por lo que ellos cuentan... No pude dejar de comparar este film con Lebowski. Aquel tenía personajes censurables en muchos sentidos, pero sus deficiencias eran tomadas de manera entrañable. Era evidente que los Coen sentían afecto por esos personajes (que además fueron magistralmente caracterizados), mientras que en este caso se desligan de lo ocurrido, actuando como meros relatores de los sucesos.Las actuaciones son todo lo buenas que puede esperarse de semejante elenco, aunque sin grandes sorpresas. Malkovich haciendo de un intelectualoide calentón, Swinton de una perra fría y calculadora, McDormand de una neurótica que habla a mil por hora, Clooney de un atorrante seductor... El más destacable es Pitt, quien le otorga a su personaje la dosis justa de estupidez, sin exagerar nunca. Su Chad es un hueco, lisa y llanamente, y Pitt logra reflejarlo a la perfección, gracias a su mirada de perro perdido. También es destacable lo de Simmons y Rasche (sí, el querido Sledge Hammer), cuyos diálogos están resueltos con buen timing.El film, como todos los de los Coen, es irreprochable en sus aspectos técnicos. Y los hermanos le otorgan al relato un buen ritmo, típico de sus mejores comedias. Y nadie más que yo ha disfrutado, en el pasado, de sus ironías y humor disparatado. Pero, en este caso, los elementos dramáticos (que los tiene en buena cantidad) y los cómicos no terminan nunca de cuajar. Y la poca relevancia de los personajes va desalentando el interés en lo que ocurre. Cabe hacer una mención especial para la música de Carter Burwell, cuyo tono dramático parece ir anunciando permanentemente un crescendo que, en definitiva, nunca se produce. El film avanza, acumulando sus distintas situaciones, pero las sumas de las partes no generan ningún valor agregado. Para cuando termina, uno no puede avitar preguntarse: "¿Y?".En conclusión, es una película que está lejos de ser un desastre. Pero está a igual distancia de ser un gran film. Se trata, simplemente, de una película más. Una película más, de los hermanos Coen.

En resumen le doy 7/10, no es tan buena como ''No es país para viejos''